Donde Se Declaro La Independencia Argentina?

Donde Se Declaro La Independencia Argentina
El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán, integrado por representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declaró la Independencia. Ese día, las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán coreando “Viva la Patria”.

  1. La sesión se extendió hasta altas horas de la noche, por lo que los festejos se llevaron a cabo al día siguiente;
  2. Esta hecho histórico determinó la ruptura definitiva de la dependencia política a la corona española completando así el proceso revolucionario que comenzó el 25 de mayo de 1810;

Debido a los problemas que existían en las mismas Provincias Unidas el congreso se realizó en Tucumán. Allí los diputados retomaron las relaciones rompiendo “los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España” para ser “una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

Agregando días después a esta declaración “y de toda otra dominación extranjera”, despejando cualquier especulación sobre el posible sometimiento al rey de Portugal. El 10 de julio se organizó una fiesta exclusiva, que comenzó a las nueve de la mañana con una misa en el templo de San Francisco donde asistieron los principales referentes de la sociedad tucumana.

El 21 de julio llegó el día de la fiesta popular, en la que hombres, mujeres y niños fueron convocados a un acto en el Campo de Carreras. Este sitio tenía una importancia simbólica porque allí ocurrió la Batalla de Tucumán. Esta celebración constituyó la primera apropiación del proceso revolucionario por parte de la comunidad, donde Manuel Belgrano y el gobernador Araoz brindaron sus primeros discursos valorando el patriotismo de los combatientes y convocando el apoyo del pueblo.

Respecto a la historia de los festejos, en cuanto asumió Bernardino Rivadavia el 6 de julio de 1826 fueron suprimidos y posteriormente restaurados por Juan Manuel de Rosas el 11 de junio de 1835 por decreto.

Cuando se cumplieron 50 años, el 9 de julio de 1866 se estaba librando la Guerra de la Triple Alianza por lo que tampoco hubo festejos. En el centenario, 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Atlántico estaba cerrado y no vinieron invitados internacionales.

  • El presidente Victorino de la Plaza ni siquiera asistió a los festejos en Tucumán y mandó a Saavedra Lamas como delegado;
  • Para el sesquicentenario en 1966, el presidente Illia preparaba una gran celebración, pero el 28 de junio de ese año se produjo el golpe de estado del general Juan Carlos Onganía;

No vino nadie del exterior, y la celebración fue un desfile militar por la Avenida Libertador. 9 de Julio de 1816. Patrimonio del Museo Histórico Nacional El Museo Histórico Nacional cuenta con algunas piezas que rememoran la gesta de la Independencia. Entre ellas, la acuarela 9 de Julio de 1816 realizada por Antonio González Moreno en 1941 recreando el momento de la sesión.

  • Entre las figuras más notorias aparecen, en el centro, el presidente Narciso Francisco de Laprida; el secretario Juan José Paso (encorvado y leyendo el acta) y Fray Justo Santa María del Oro;
  • Entre estos dos, mira de frente Mariano Boedo;

Además, desde la izquierda aparecen José Darregueira y Pedro Ignacio de Castro Barros. De espaldas, con uniforme militar y el bicornio en alto, José Ignacio Gorriti. En el bloque de la derecha, se distingue a Tomás Godoy Cruz; Tomás Manuel de Anchorena, de perfil, con sombrero y bastón en la mano. Escribanía de plata. Patrimonio Museo Histórico Nacional También el MHN cuenta en su patrimonio con la escribanía de plata que donó la familia del diputado por Jujuy, Teodoro Sánchez de Bustamante, que se utilizó para firmar el Acta de la Independencia. La carta de donación dice que este tintero “fue usado por los diputados” en el Congreso de Tucumán.

En su hombro se apoya Pedro Medrano. Detrás suyo, Pedro Ignacio de Rivera y Fray Cayetano Rodríguez. Asidos a los barrotes de la ventana, Eduardo Pérez Bulnes y Mariano Sánchez de Loria. Sobre el ángulo izquierdo, Antonio Sáenz habla a don Esteban Agustín Gascón (Fuente: Carlos Páez de la Torre (h), La Gaceta, 6 de mayo de 2013).

En la Casa Histórica Museo. Nacional de la Independencia puede verse el retrato del diputado Sánchez de Bustamante junto con el de los demás congresales en el salón donde se usó la escribanía. Desde el 9 de julio la Casa Histórica de Tucumán exhibirá la renovación integral de toda la museografía y la museología con un guion más inclusivo.

Además de sumar nuevos espacios, inaugurando la sala de bienvenida, el espacio donde se cuenta la historia de la Casa y el salón de la Jura renovado con las actas en quechua y en aymara. A su vez se incorporó nueva tecnología como el código QR para escuchar la lectura de las actas, imágenes en 3D, audiovisuales y tabletas con realidad aumentada.

En cuanto a la infraestructura edilicia, la Casa incorporó rampas de accesibilidad, mejoró los techos de la galería de placas, renovó los baños y construyó un nuevo edificio en el tercer patio. Entre las actividades por los festejos del Día de la Independencia, en el Centro Cultural Kirchner se llevará a cabo el concierto Tucumán.

Canto de amor y llanto por la tierra de uno con la participación de Juan Falú y Néstor Soria. Los músicos estarán acompañados por la pianista Lilián Saba ; la cantante Liliana Herrero y una serie de músicos solistas.

También se presentará el Ensamble de Cuerdas de la Orquesta Filarmónica de Río Negro , bajo la batuta de Martín Fraile Milstein ; el Coro Polifónico de la Municipalidad de San Martín y el Coral Joven de la Sociedad Alemana de Villa Ballester dirigidos por Federico De Ferrari.

El evento será a las 20 h en el Auditorio Nacional con reserva previa, y será transmitido a través de YouTube y por radio Sonido Cultura. En el Cabildo, a las 14 h, la compañía teatral Republiquetas representará la obra 1816 – un año Terrible de Francisco Civit y Gabriel Yeannoteguy con entrada libre y gratuita; mientras que en el Museo Histórico Nacional, a las 12 h, se presentará la Fanfarria Militar Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín interpretando un amplio repertorio del cancionero popular.

Fuentes : Carlos Páez de la Torre (h), La Gaceta, 6 de mayo de 2013; Museo Histórico Nacional..

¿Dónde declararon la Independencia de Argentina?

Idioma español , aymara y lenguas quechuas Función Declarar la independencia de la Argentina de la soberanía del Reino de España Creación 9 de julio de 1816 (206 años) [ 1 ] ​ Signatario(s) Francisco Narciso de Laprida , Mariano Boedo , José Mariano Serrano , Juan José Esteban del Passo , Antonio Sáenz , José Darregueira , Cayetano José Rodríguez , Pedro Medrano , Esteban Agustín Gascón , Tomás de Anchorena , Manuel Antonio Acevedo , José Eusebio Colombres , Eduardo Pérez Bulnes , José Antonio Cabrera (político) , Jerónimo Salguero , Teodoro Sánchez de Bustamante , Pedro Ignacio de Castro Barros , Tomás Godoy Cruz , Juan Agustín Maza , José Ignacio de Gorriti , Justo Santa María de Oro , Pedro Francisco de Uriarte , Pedro León Díaz Gallo , Pedro Miguel Aráoz , José Ignacio Thames , Pedro Ignacio Rivera , Mariano Sánchez de Loria , José Severo Malabia y José Andrés Pacheco de Melo [ editar datos en Wikidata ]

La Declaración de Independencia de la Argentina fue una decisión tomada el martes 9 de julio de 1816 por el Congreso de Tucumán , por la cual declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. La declaración fue realizada en la Casa de Tucumán , ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán , donde sesionaba la asamblea. Diez días más tarde, el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera. El acto forma parte del movimiento de independencia hispanoamericana del Imperio español.

¿Por qué fue en Tucumán la declaracion de la independencia?

El Congreso Constituyente reunido en Tucumán en 1816 tenía dos grandes objetivos: declarar la Independencia de las Provincias Unidas y sancionar una Constitución con el fin de organizar jurídica y políticamente al territorio independizado. Ninguna de las dos tareas resultaba sencilla.

  1. Como vimos, la Declaración de la Independencia se realizó en un contexto sumamente adverso, con el avance de las tropas realistas en el continente americano;
  2. De ahí el reclamo de San Martín -que estaba organizando en Cuyo al Ejército que luego cruzaría Los Andes para vencer a los realistas en Chile y Perú- para que los congresales declararan con urgencia la Independencia;

Una realidad externa tan apremiante requería una manifiesta y rotunda voluntad de emancipación. La situación no era menos conflictiva en el plano interno. De hecho, el lema que inspiraba a la voluntad de sancionar una Constitución por parte del Congreso de Tucumán era “Fin de la revolución, principio del orden”, una consigna lo suficientemente indicativa de que el proceso revolucionario iniciado en 1810 había dado lugar a fuertes tensiones internas.

  1. De hecho, las provincias del litoral (Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, como así también la Banda Oriental, miembros de la Liga de los Pueblos Libres liderada por José Gervasio Artigas) no participaron del Congreso de Tucumán, puesto que desde 1813 estaban enfrentadas con poder central instituido en Buenos Aires;

Las relaciones entre Buenos Aires y el interior tampoco atravesaban su mejor momento y la situación de la economía era sumamente crítica, dado que la guerra demandaba enormes recursos. A pesar de estas condiciones, los congresales se animaron a dar un paso que hasta allí no había dado el elenco revolucionario: declarar la Independencia, tal como muestra el friso de Lola Mora que aparece en el afiche.

Hasta 1816, se habían barajado distintas opciones frente a España, desde conservar un grado de autonomía importante sin declarar la independencia, someterse al Emperador francés e incluso formar parte del Imperio británico.

Sin embargo, primó en Tucumán declarar la Independencia absoluta de la Corona española, acorde con el mandato que la mayoría de las provincias había conferido a sus congresales. Esta idea había sido planteada por José Gervasio Artigas en la Asamblea de 1813 y, en el grupo de los “morenistas”, era defendida por Bernardo José Monteagudo.

El otro gran objetivo del Congreso, que generaba tensiones entre los diputados, fue la posibilidad de sancionar una Constitución, que recién se logra hacia 1819, pero con resistencias y fuertes rechazos por gran parte de las provincias.

En rigor, el debate por la Constitución planteaba discusiones de fondo, dramáticas en este período: ¿Cuál es el depositario último de la soberanía? ¿Quiénes poseen autoridad política y bajo qué forma de gobierno? Estos interrogantes suscitaban dos tipos de respuesta.

  1. Por un lado, un sector importante del gobierno de Buenos Aires favorecía la organización de un Estado central que tuviera sede justamente en la ciudad de Buenos Aires, de hecho desde 1817 el Congreso se trasladó a esta ciudad;

Bajo esta postura, distintos “pueblos” -que entre la década del diez y del veinte pasarían a ser “provincias”- serían políticamente reconocidos como distritos con algún grado de autonomía en las decisiones locales, pero siempre bajo la égida de este poder centralizado.

  • Lo distintivo de esta postura era que, al concebir a la soberanía como una e indivisible, sólo un gobierno centralizado podría representar con justeza estos atributos;
  • En conflicto con la idea de un gobierno central, la propuesta de José Gervasio Artigas en la Asamblea del Año XIII fue ganando terreno a lo largo de estos años;

Esta postura proponía una asociación entre los pueblos interiores previamente declarados soberanos. Artigas, por ejemplo, defendía la tesis de que la soberanía podía estar segmentada y colocaba en pie de igualdad a todas las ciudades y sus campañas como sujetos de derechos soberanos.

  1. Se trataba, pues, de una organización “confederacionista”;
  2. Los mapas de la época, uno de los cuales incluimos en este afiche, dan cuenta, a través de los distintos trazados, de estas diferentes ideas de organización política;

Construir “lo común”, esto es, elaborar conjuntamente las razones que hacen posible que formemos parte de una misma comunidad, construir un horizonte compartido –con coincidencias pero también discusiones- de preocupaciones públicas, no es una tarea sencilla.

¿Dónde se encuentra la Casa de Tucumán?

La Casa de Tucumán, Casita de Tucumán o Casa Histórica de la Independencia, es una casa de estilo colonial que se ubica en el centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán. La misma, tiene su nombre y reconocimiento, ya que allí fue donde se proclamó la declaración de la independencia Argentina, el 9 de julio de 1816.

  1. A partir de 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional;
  2. Hoy se encuentra oficialmente como un museo, llamado Museo Casa Histórica de la Independencia;
  3. Originalmente, la casa fue construida durante la década de 1760, por el comerciante Diego Bazán y Figueroa, con el fin de regalo de bodas del matrimonio de su hija Francisca Bazán;

Se trataba de una casa de estilo señorial, la cual contaba con algunos patios y habitaciones de dependencias, destinadas al personal de servicio. Excepto algunas pequeñas decoraciones, la casa no buscaba ostentar y se podía apreciar su simpleza, siendo la entrada, la única excepción, ya que se encontraban dos molduras a los lados de la puerta principal, las cuales representaban columnas salomónicas.

Durante el período de la revolución de Mayo, la casa perteneció a los descendientes de Francisca Bazán. Tiempo después, sin registro exacto, la casa fue alquilada por el gobierno revolucionario, ocupándola como cuartel de oficiales y tropa.

Mientras estuvo alquilada se le hicieron algunas remodelaciones, ampliando sectores para mayor comodidad de las sesiones, además, se convirtió en un lugar histórico tras ser la sede de la Declaración de la Independencia Argentina. Años más tarde, volvió a estar en mano de sus propietarios, que debido al estado de la casa realizaron algunas refacciones.

Ya para 1874, fue definitivamente adquirida por el estado nacional, destinándola como edificio de correos y anexándole el servicio de telégrafo. A partir de 1880 comenzaron las primeras manifestaciones de conmemoración de la Declaración de la Independencia, que con el tiempo fue tomando mayor relevancia.

En 1903 el gobierno tuvo que demoler la casa casi por completo debido al deterioro de la misma y al poco mantenimiento, buscando edificar la sede de Correo de la Nación y la sede del Juzgado Federal de Tucumán, con estilo renacentista. El Salón de la Jura de la Independencia fue el único espacio de la casa que fue salvado de la demolición, por decreto del gobierno nacional.

  1. En 1941 la Casa de la Independencia fue declarada Monumento Histórico Nacional y se presentó un proyecto para reconstruir la casa tal y como era en sus inicios;
  2. Fue aprobado por el Congreso de Tucumán y en 1942 se inició dicha reconstrucción;

Como mencionamos al inicio, la casa hoy funciona como museo y tiene como objetivo comunicar el proceso histórico hasta llegar a la declaración de la independencia de la actual República Argentina. Cabe destacar que el museo cuenta con personal bilingüe, una biblioteca de entrada libre y gratuita, talleres educativos y una fototeca y archivos a los cuales previamente se deben consultar horarios en la sección de informes.

Además, el museo cuenta con una sección interesante, llamada, “Luces y Sonidos de la Independencia”. Se trata de una puesta audiovisual, que invita a sumergirse en la historia de la casa y como fueron algunos sucesos, a través de un relato, junto con proyecciones de luz e imágenes dentro del museo.

No se trata solo de un museo, sino de las bases de nuestra historia. MÁS INFORMACIÓN   – Sitio web de la Casa Histórica: https://www. tucumanturismo. gob. ar/ciudad-historica/57/206/casa-historica-de-la-independencia Foto 1: atribución.

¿Que se declaro el 9 de julio?

El 9 de julio de 1816 reunidos en la ciudad de San Miguel de Tucumán en Congreso General Constituyente se firmó el Acta de la Independencia.

¿Qué provincias firmaron la Independencia en 1816?

Quiénes asistieron al Congreso de Tucumán – Enviaron sus representantes las provincias de Buenos Aires, Tucumán, San Luis, Catamarca, la Rioja, Mendoza, San Juan, Charcas, Chichas, Córdoba, Mizque y posteriormente Santiago del Estero y Salta. Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental decidieron no enviar representantes.

¿Qué pasó el 9 de julio de 1816 y quiénes participaron?

El 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la ‘Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica’, en la cual afirmaban la voluntad de ‘investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli’, así como de ‘toda otra dominación.

¿Por qué se firmó la Independencia en Tucumán y no en Buenos Aires?

Fuente:  Felipe Pigna,  Los mitos de la historia argentina 1 , Buenos Aires, Planeta, Buenos Aires, 2016, págs. 391-402. Fragmento adaptado para  www. elhistoriador. com. ar – Para 1816 la situación de los patriotas no podía ser peor. Por entonces, se vivía en Europa una ola de restauración monárquica, que rubricó en el Congreso de Viena el restablecimiento de los  principios absolutistas del Antiguo Régimen.

  • Tras la batalla de Waterloo, retornaron a Francia los reyes absolutistas, que trataron de anular las reformas sociales y económicas concretadas por la revolución de 1789;
  • Uno a uno fueron retomando sus tronos los reyes europeos de esta época a la que se llamó de la “Restauración”;

Era una vuelta al pasado, al privilegio de unos pocos y al sufrimiento de muchos. Entre los reyes que volvían a sus tronos, Fernando VII aparecía como uno de los más reaccionarios. (…) Volvía decidido a recuperar las colonias americanas a toda costa. (…) En América Latina, las cosas iban de mal en peor.

  • En México, a fines de 1815, el fusilamiento del sacerdote revolucionario José María Morelos parecía poner punto final al levantamiento antiespañol;
  • En Venezuela y Nueva Granada (Colombia), una poderosa expedición al mando del general Morillo derrotaba a los patriotas y, en 1815, Simón Bolívar marchaba hacia el exilio en la isla de Jamaica;
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En Chile, desde la derrota de Rancagua en 1814, los patriotas estaban dispersos. Los realistas habían recuperado el poder y amenazaban seriamente con invadir las últimas provincias rebeldes, las del Río de la Plata, del otro lado de la cordillera. La grave situación hizo que los sucesivos gobiernos patrios enviaran misiones diplomáticas a Europa y América para negociar tratados, comprar armamentos y conseguir apoyo diplomático. Belgrano y Rivadavia partieron hacia Londres y Madrid a fines de 1814. En el trayecto se detuvieron en Río de Janeiro y se entrevistaron con el embajador inglés, lord Strangford. Allí se encontraron con Manuel José García, enviado por Alvear para ofrecerle a Inglaterra el protectorado sobre el Río de la Plata, y pudieron frenarlo a tiempo antes de que se concretara la oferta.

(…) Al llegar a Europa, en plena derrota de Napoleón y con la restauración conservadora en marcha, los dos criollos comprobaron que no había negociación posible. Manuel de Sarratea, que estaba en  el viejo continente  desde hacía un tiempo, llegó a planear el secuestro del infante Francisco de Paula, hermano de Fernando VII, para traerlo clandestinamente a Buenos Aires y coronarlo como rey del Río de la Plata, de modo de aplacar los ánimos europeos.

Pero el novelesco plan fracasó. El Congreso de los Pueblos Libres (…) Cuando se produjo la convocatoria al Congreso, José Artigas1 convocó a su vez a un Congreso de los Pueblos Libres, para discutir democráticamente con su gente los mandatos que llevarían los diputados a Tucumán.

Dicha Asamblea se reunió en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) el 29 de junio de 1815. Allí estaban los delegados de la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones. Sus primeros actos fueron jurar la independencia, izar la bandera tricolor —celeste y blanca con una franja roja en diagonal— y enviar una delegación a Buenos Aires para concretar la unidad.

Mientras en Buenos Aires se sancionaba el Reglamento de Tránsito de Individuos, que decía: «Todo individuo que no tenga propiedad legítima será reputado en la calidad de sirviente y será obligatorio que se muña de una papeleta de su patrón visada por el juez.

  1. Los que no tengan estas papeletas serán reputados como vagos y detenidos o incorporados a la milicia», Artigas proclamaba su Reglamento Oriental para el Fomento de la Campaña, que establecía la expropiación de tierras de «emigrados, malos europeos y peores americanos» y su reparto entre los desposeídos del país para «fomentar con brazos útiles la población de la campaña»;

Esto puso muy nerviosas a las autoridades de Buenos Aires, que preparaban secretamente una invasión a Santa Fe mientras recibían a los delegados artiguistas. Entonces se montó un  show tendiente a la distracción de los representantes del caudillo oriental, reconociéndole cargos y honores y rogándole que participara del Congreso.

Cuando las dilaciones se hicieron injustificables y ante el peligro de que los delegados se enteraran de la inminente invasión de una de las provincias integrantes de la Liga de los Pueblos Libres y revelaran a su jefe la noticia, el director Álvarez Thomas decidió secuestrarlos, como lo admitirá en una carta a Artigas comunicándole la invasión: “He enviado fuerzas a Santa Fe con las instrucciones que manifiestan las proclamas que incluyo.

Los diputados de V. han padecido alguna detención en su despacho porque, hallándose informados de la indicada medida, temí precipitasen a V. para oponerse a que se realizase con el sosiego que conviene a todos”. A todos, menos a los santafesinos, convendría aclarar.

El que tomaba esta medida, ilegítima a todas luces, era Álvarez Thomas, aquel que nunca se hubiera sublevado contra Alvear de no haber tenido el leal apoyo de las fuerzas artiguistas de Santa Fe. La invasión a Santa Fe, como señala José Luis Busaniche, implicaba que la oligarquía «brillante» y «gloriosa» de Buenos Aires había resuelto fijar el límite oriental del nuevo Estado en el Río Paraná, preservando la provincia de Santa Fe con su puerto y su aduana, y procurando desde entonces la independencia de la zona controlada por Artigas o la entrega de aquellos territorios a Portugal.

Lo importante era hacer desaparecer a Artigas, a sus gauchos y a su proyecto revolucionario. Las ciudades de Rosario y Santa Fe fueron arrasadas entre el 25 y el 30 de agosto de 1815 por las tropas dirigidas por Viamonte, que designó al frente de la gobernación a Juan Francisco Tarragona, un títere de los intereses porteños.

  1. Pero el ejército popular artiguista terminaría en pocos meses con esta farsa, recuperando el poder para el Protector de los Pueblos Libres;
  2. Después de todos estos sucesos, ante la evidencia de que el Congreso de Tucumán sería dominado por los porteños directoriales y tras consultar con los delegados de las diferentes regiones, Artigas decidió no enviar diputados al famoso Congreso;

¿Cómo era aquel Tucumán? Se había elegido como sede del Congreso a la ciudad de Tucumán porque estaba ubicada en el centro del virreinato y porque las provincias se negaban a que Buenos Aires fuera otra vez la única protagonista de un hecho que las afectaba a todas.

Fray Cayetano Rodríguez le explicaba a un amigo los motivos de la elección de la sede: “Ahora encuentras mil escollos para que el Congreso sea en Tucumán. ¿Y dónde quieres que sea? ¿En Buenos Aires? ¿No sabes que todos se excusan de venir a un pueblo a quien miran como opresor de sus derechos y que aspira a subyugarlos? ¿No sabes que aquí las bayonetas imponen la ley y aterran hasta los pensamientos? ¿No sabes que el nombre porteño está odiado en las Provincias Unidas o desunidas del Río de la Plata?” En aquel entonces San Miguel de Tucumán era una pequeña ciudad de doce manzanas.

Desde lejos podían verse las torres de las cuatro iglesias y del Cabildo. Los tucumanos, unos pocos miles por entonces, tenían una vida tranquila que se animaba al mediodía, cuando el centro se poblaba de carretas, vendedores ambulantes y gente que iba y venía entre las pulperías y las tiendas.

No faltaba el azúcar para el mate ni tampoco algún cantor que animara a la gente con una zamba. Por las noches había tertulias como en Buenos Aires, pero a las diez el toque de queda les recordaba a todos que estaban en zona de guerra y que había que refugiarse en las casas.

Los primeros en llegar a Tucumán fueron los diputados porteños y los cuyanos. Los restantes se fueron sumando luego, hasta que el 24 de marzo de 1816 se inauguraron las sesiones del Congreso. Comienza el Congreso El 24 de marzo —por entonces fecha sin connotaciones nefastas— de 1816 comenzaron las sesiones del Congreso bajo la presidencia del doctor Pedro Medrano, que decía en una confesión a un amigo: «¿No le parece a usted como a mí, que tal comisión de arengar en la apertura del Congreso es bastante peliaguda? ¡Perra! Pues bien que he dado vueltas para encontrar qué decir, y todavía no lo hallo».

  1. Pero se las ingenió y dejó abiertas las sesiones;
  2. Se resolvió que la presidencia sería rotativa y mensual, y se designaron dos secretarios: Juan José Paso y José Mariano Serrano;
  3. 2 «Tan pobre era la patria que, como Jesús, no tenía lugar para nacer», decía la copla popular y, efectivamente, el Congreso sesionó en la casa de doña Francisca Bazán de Laguna —como todos sabemos desde nuestra más tierna infancia, la mejor productora de empanadas de todo el Tucumán—, ubicada en la Calle del Rey N° 151;

Se había construido a fines del siglo XVIII y era una típica casa colonial. (…) La primera cuestión que tuvo que tratar el Congreso fue el reemplazo del renunciante director supremo Ignacio Álvarez Thomas. Fue elegido para el cargo el diputado por San Luis, coronel mayor Juan Martín de Pueyrredón, de quien decía Medrano: “Hay hombres más virtuosos, pero no tan políticos.

  • Los hay más sabios, pero no tan discretos;
  • Los habrá más santos, pero no tan vivos y perspicaces;
  • Juan Martín tiene de aquellas virtudes las que se necesitan y tiene sobre todos los virtuosos la política, la perspicacia, la destreza, y lo que vale más que todo, la opinión”;

3 El nuevo director debió viajar de inmediato a Salta para confirmar a Güemes como comandante de la frontera norte tras la derrota de Rondeau en Sipe-Sipe. El tema siguiente fue el debate sobre la forma de gobierno. La mayoría de los congresales estaban de acuerdo en establecer una monarquía constitucional, que era la más aceptada en la Europa de la Restauración.

En el mundo sólo quedaba en pie una república: los Estados Unidos de Norteamérica. En la sesión secreta del 6 de julio de 1816, Belgrano, que acababa de llegar de Europa tras su fallida misión, propuso ante los congresales de Tucumán que, en vez de buscar un príncipe europeo o volver a estar bajo la autoridad española, se estableciera una monarquía moderada, encabezada por un príncipe inca.

Decía Manuel Belgrano: “Las naciones de Europa tratan ahora de monarquizarlo todo. Considero que la forma de gobierno más conveniente a estas provincias es una monarquía, es la única forma de que las naciones europeas acepten nuestra independencia. Y se haría justicia si llamáramos a ocupar el trono a un representante de la casa de los Incas”.

Belgrano recibió el cálido apoyo de San Martín y de Güemes. La idea también entusiasmó a los diputados altoperuanos, que propusieron un reino con capital en Cuzco: se daba por descontado que esto aseguraría la adhesión de los indígenas a la causa revolucionaria.

Es curioso observar cómo califican muchos historiadores la idea belgraniana del inca. Casi sin excepción se burlan de ella tildándola de exótica. No usan el mismo calificativo para los zares, el príncipe de Luca o los integrantes de la realeza europea, ellos sí exóticos, que trataron de coronar los directoriales.

Resulta que el único exótico es el inca, y a tales efectos no deja de ser interesante la definición de la palabra según el diccionario de la Real Academia Española: «Exótico: extranjero, especialmente si procede de país lejano».

4  Claro que para muchos escribas vernáculos siempre será más «exótico» un inca, un gaucho, un criollo o un «cabecita negra» que cualquier parásito de las monarquías transatlánticas. Para los porteños, la coronación del inca era inadmisible y «ridícula».

  • El diputado por Buenos Aires, Tomás de Anchorena, dijo que no aceptaría a «un monarca de la casta de los chocolates, a un rey en ojotas», y propuso la federación de provincias a causa de las notables diferencias que había entre las distintas regiones;

(…) Fray Justo Santa María de Oro hizo gala de su muñeca política y postuló que había que consultar a los pueblos de todo el territorio antes de tomar cualquier resolución sobre la forma de gobierno, amenazando con retirarse del Congreso si no se procedía de ese modo.

Las discusiones entre monárquicos y republicanos siguieron cada vez más acaloradas, sin que se llegara a ningún acuerdo. Pueyrredón regresó a Tucumán, apuró a los diputados para que declarasen, de una vez por todas, la independencia y viajó a Buenos Aires.

El sol del 9 viene asomando El martes 9 de julio de 1816 no llovía como en aquel 25 de mayo de hacía seis años. El día estaba muy soleado y a eso de las dos de la tarde los diputados del Congreso comenzaron a sesionar. A pedido del diputado por Jujuy, Sánchez de Bustamante, se trató el «proyecto de deliberación sobre la libertad e independencia del país».

Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida,el secretario Juan José Paso preguntó a los congresales «si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli».

Todos los diputados aprobaron por aclamación la propuesta de Paso. En medio de los gritos de la gente que miraba desde afuera por las ven­tanas y de algunos colados que habían logrado entrar a la sala, fueron firmando el Acta de Independencia, que declaraba “[…] solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

  1. El acta establecía además que todas y cada una de las provincia «así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama»;

En la sesión del 19 de julio, uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previendo la reacción furibunda de San Martín, que estaba al tanto de las gestiones secretas que involucraban a algunos congresales y al propio director supremo para entregar estas provincias, independientes de España, al dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que antes de pasar al ejército el Acta de Independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de «sus sucesores y metrópoli», «de toda dominación extranjera», «para sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los portugueses».

La declaración iba acompañada de un sugerente documento que decía «fin de la Revolución, principio del Orden», en el que los congresales dejaban en claro que les preocupaba dar una imagen de moderación frente a los poderosos de Europa que, tras la derrota de Napoleón, no toleraban la irritante palabra «revolución».

Referencias :.

¿Dónde se reunió el Congreso?

Congreso de Tucumán
Lugar San Miguel de Tucumán y Buenos Aires
País Argentina
Fecha 24 de marzo de 1816 hasta el 11 de febrero de 1820
Participantes Diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata

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¿Dónde se reunieron los congresales en 1816?

En 1816, convergieron dos hechos fundamentales para la historia nacional: la declaración de la Independencia y la organización final del plan continental del general José de San Martín, que sería el garante de esa independencia y la llevaría más allá de las Provincias Unidas.

  • El contexto internacional en el que esto ocurría era complejo: España se había liberado de los franceses y el rey Fernando VII había vuelto al trono y se predisponía a recuperar los territorios americanos que estaban en manos de los revolucionarios;

El ejército realista había comenzado a avanzar por toda la región derrotando a una parte de los movimientos independentistas americanos. Ante esa situación, las Provincias Unidas se juntaron para decidir qué hacer frente al peligro realista. El Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica se reunió en San Miguel de Tucumán para limar asperezas entre Buenos Aires y las provincias, pues sus relaciones estaban deterioradas. Cada provincia eligió un diputado cada 15. 000 habitantes. Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados de los 34 elegidos. Finalmente, y después de arduas discusiones, el 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica y la afirmación de la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”.

  1. De este modo, después del proceso político iniciado con la Revolución de Mayo de 1810, se asumió por primera vez una manifiesta voluntad de emancipación;
  2. La Casa Histórica de la Independencia La casa histórica de Tucumán se construyó en 1760;

Pertenecía a una importante familia local, la de Francisca Bazán, esposa de Miguel Laguna. Era una casa con varias habitaciones, patios que las conectaban y su único ornamento eran unas columnas salomónicas ubicadas a los costados de la puerta principal.

  1. Después de ser sede del Congreso donde se declaró la Independencia, fue alquilada para la imprenta del ejército, el servicio de Telégrafo y el Juzgado Federal;
  2. En 1869, el fotógrafo Ángel Paganelli, que visitaba la ciudad de San Miguel de Tucumán, registró el deterioro del edificio a solicitud de un grupo de vecinos para llamar la atención de las autoridades en pos de la conservación;

En 1904, el gobierno la restauró pero debido a su pésimo estado tuvo que demoler gran parte de la vieja casa. La única parte que fue salvada fue el Salón de la Jura de la Independencia. La reconstrucción intentó ajustarse al máximo en cada detalle del edificio original utilizando, incluso, los mismos tipos de ladrillos, tejas y baldosas.

En 1941 fue declarada monumento histórico. Actualmente funciona como museo y es centro tradicional de los festejos por la Declaración de la Independencia. Allí cada día 9, el Liceo Militar “General Aráoz de Lamadrid” realiza el relevo de guardia en el Museo de la Casa Histórica de la Independencia.

Con la intención de resaltar las tradiciones de nuestro pasado, los soldados del Liceo Militar, con el uniforme del Regimiento de Infantería de Montaña 10 y acompañados por la Banda Militar “Sargento Primero Pedro Bustamante” del Instituto, realizan esta ceremonia. De esta forma, el Ejército Argentino junto al pueblo tucumano recuerdan el pasado y mantienen la honesta tarea de custodiar la histórica vivienda donde se juró y se proclamó nuestra Independencia aquel 9 de julio de 1816. La Proclama de la Independencia Mientras preparaba en Cuyo al Ejército que cruzaría Los Andes, San Martín se mostraba impaciente para que el Congreso reunido en Tucumán proclamara la Independencia. En una de las cartas que mantiene con uno de los congresales, el representante de Cuyo, Tomás Godoy Cruz, escribía: “¿Hasta cuándo esperamos para declarar la Independencia? ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos?”.

  1. Y concluía: “Veamos claro, mi amigo, si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo este la Soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir a Fernandito”;

El contexto era sumamente complejo, los realistas habían recuperado amplios territorios en América, entre ellos, Chile y buena parte del Alto Perú, lo que constituía toda una amenaza para las Provincias Unidas. En Europa, se asistía a la restauración de las monarquías; en la Banda Oriental, podía constatarse el avance portugués; y en el plano interno, las relaciones entre el gobierno central y el litoral estaban quebradas.

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Asimismo, las relaciones entre Buenos Aires y provincias que participaban del Congreso no estaban exentas de tensiones. Finalmente, el acta de la Independencia se firmó el 9 de julio de 1816, donde prevaleció una postura que representaba el mandato de la mayoría de las provincias: investir a las Provincias Unidas del “alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

Quedaba expresamente rechazada toda fórmula intermedia que habilitara algún tipo de protectorado. Se trató, pues, de una manifestación clara, acorde con el pedido de San Martín, de declarar la Independencia absoluta de las Provincias Unidas respecto a la corona española y “de toda otra dominación extranjera”, según la fórmula agregada a la proclama días después en las siguientes sesiones del Congreso.

La proclama se publicó en español. También en quechua y aymará con el fin de incorporar al proceso a los pueblos originarios. Los Diputados Los 29 diputados del Congreso de Tucumán que suscribieron el acta de Independencia declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sud América fueron: • Presidente: Francisco Narciso de Laprida, diputado por San Juan.

• Vicepresidente: Mariano Boedo, diputado por Salta. • Secretarios: José Mariano Serrano, diputado por Charcas y Juan José Paso, diputado por Buenos Aires • Diputados: – Por Buenos Aires: Dr. Antonio Sáenz, Dr. José Darragueira, Fray Cayetano José Rodríguez, Dr.

  1. Pedro Medrano, Dr;
  2. Esteban Agustín Gascón y Dr;
  3. Tomás Manuel de Anchorena;
  4. – Por Catamarca: Dr;
  5. Manuel Antonio Acevedo y Dr;
  6. José Eusebio Colombres;
  7. – Por Córdoba: Eduardo Pérez Bulnes, José Antonio Cabrera y Lic;

Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera. – Por Jujuy: Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante. – Por La Rioja: Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros. – Por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y Dr. Juan Agustín Maza. – Por Salta: Dr. José Ignacio de Gorriti. – Por San Juan: Fray Justo Santa María de Oro.

  1. – Por Santiago del Estero: Pedro Francisco de Uriarte y Pedro León Gallo;
  2. – Por Tucumán: Dr;
  3. Pedro Miguel Aráoz y Dr;
  4. José Ignacio Thames;
  5. – Por Mizque: Pedro Ignacio Rivera;
  6. – Por Charcas: Dr;
  7. Mariano Sánchez de Loria y Dr;

José Severo Malabia. – Por Chichas (incluyendo a Tarija): Dr. José Andrés Pacheco de Melo En esa sesión no estuvieron presentes cinco diputados: el coronel José Moldes (Salta), que se encontraba detenido; el coronel Juan José Feliciano Fernández Campero (Chichas), que estaba al mando de tropas en el frente de combate; el presbítero Miguel Calixto del Corro (Córdoba), que estaba realizando una misión diplomática ante José Artigas; el médico Pedro Buenaventura Carrasco (Cochabamba), que estaba en servicio en el Ejército del Norte y el diputado Juan Martín de Pueyrredón (San Luis), que había viajado a Buenos Aires para asumir el cargo de Director Supremo..

¿Quién era la dueña de la casita de Tucuman?

La casa de Francisca Bazán de Laguna [ editar ] – La casa original fue construida durante la década de 1760 por el comerciante Diego Bazán y Figueroa , para ser otorgada como dote al matrimonio de su hija Francisca Bazán con el español peninsular Miguel Laguna.

  • Este matrimonio tuvo extensa descendencia, y durante algún tiempo vivieron en la casa más de quince personas;
  • Era una edificación de estilo señorial, con una entrada de tipo zaguán , flanqueada por dos habitaciones, que dan a un primer patio, rodeado de habitaciones por sus cuatro costados;

A continuación se hallaban tres salones principales, luego un segundo patio, para seguir un tercer grupo de dependencias, destinadas al personal de servicio. Fuera de las decoraciones aplicadas a paredes y aberturas, el edificio carecía de todo ornamento, con la única excepción de las molduras ubicadas a ambos lados de la puerta principal, representando columnas salomónicas.

En la época de la Revolución de Mayo , la casa pertenecía a los descendientes de Francisca Bazán, y era ocupada por Pedro Antonio de Zavalía, casado con Gertrudis Laguna y Bazán. Otro de los dueños habría sido Nicolás Laguna , otro hijo de Francisca Bazán.

No ha quedado registro de la fecha en que esta casa fue alquilada por el gobierno revolucionario, que la ocupó como cuartel para oficiales y tropa, por lo menos en los meses que siguieron a la Batalla de Tucumán. Permanecía en manos del Estado en concepto de alquiler cuando fue asignada para las sesiones del Congreso de Tucumán , que funcionó en ella entre marzo de 1816 y enero del año siguiente.

Para la mayor comodidad de las sesiones, se derribó una de las paredes interiores que dividían dos de las tres salas ubicadas entre el primer y segundo patios; el salón así ampliado presenció la solemne declaración de independencia de la Argentina el 9 de julio de 1816.

La casa estaba edificada sobre la Calle del Rey. El Congreso decidió cambiarle el nombre a la misma, y le adjudicó el que hoy lleva, de Congreso. [ 3 ] ​.

¿Quién era la dueña de la casa de Tucuman?

La casa Descripción La histórica casa de Tucumán, en la que se declaró la Independencia de las Provincias Unidas el 9 de Julio de 1816, es una construcción colonial que perteneció a la familia Bazán. La gran mayoría de las casas de esa época (siglo XVIII y XIX) tenía una sola planta. La de Tucumán ocupaba un terreno de treinta metros de frente por setenta y uno de fondo, y sus habitaciones se repartían alrededor de un gran patio. La fachada respondía al estilo barroco y en su entrada principal se observaba un portón de madera con tableros salientes o cuarterones, franqueado por dos columnas salomónicas o en espiral, trabajadas sobre pedestales de ladrillo cocido.

  • A cada lado, se ubicaban las típicas ventanas protegidas por rejas salientes o “voladas” y en ambos extremos de la fachada, una puerta más pequeña;
  • Al cruzar el zaguán se extendía un amplio patio rodeado por la sala principal y las habitaciones de los dueños de casa, de sus hijos y la habitación de huéspedes;

En la parte de atrás, había un segundo patio donde se encontraba la cocina y las salas de servicio. Ambos patios estaban separados por el comedor. Bien al fondo de la casa, se encontraban los retretes. Hoy sería parte del baño, porque en esa época para el aseo personal, se trasladaban bañeras a las habitaciones.

  • Más al fondo, había una huerta;
  • La casa sufrió una primera transformación para adecuarla a las necesidades del Congreso;
  • Con vista al patio central, se unieron dos habitaciones paralelas ubicadas al frente, para formar la sala de reuniones;

El techo a dos aguas tenía una altura de cinco metros y era de tejas asentadas sobre tablas. En el segundo patio, había un aljibe típico. Adaptado de Buschiazzo, Mario. “La arquitectura colonial”, en Historia General del Arte en la Argentina, Academia Nacional de Bellas Artes.

Buenos Aires, 1982. Historia Hacia 1700, el alcalde Diego Bazán y Figueroa había construido su vivienda en un terreno de la calle “del Rey”- actualmente, Congreso a la altura de 150. En 1765, la Casa pasó a ser propiedad de Doña Francisca Bazán, esposa de Miguel Laguna.

La fachada, con sus características columnas torsadas, debió ser construido por los Laguna y Bazán, ya que este tipo de ornamentación apareció en el Norte hacia 1800. En 1816, ante la necesidad de contar con un local para las sesiones del Congreso que se reuniría en Tucumán, se eligió la Casa de Doña Francisca Bazán de Laguna.

La tradición afirma que Doña Francisca prestó la casa para las sesiones, pero investigaciones posteriores consideraron, acertadamente, que el gobierno provincial dispuso usarla, ya gran que parte de la Casa estaba alquilada para la Caja General y Aduana de la Provincia.

Una de las hijas de Doña Francisca, Gertrudis Laguna y Bazán se casó con Pedro Antonio de Zavalía y Andía. La hija de ambos, Carmen Zavalía Laguna se casó con Pedro Patricio de Zavalía y Andía. Doña Carmen quedó como única propietaria y sus hijos fueron los últimos miembros de la familia dueños de la casa, porque en 1874, la vendieron al Gobierno Nacional.

El Presidente Nicolás Avellaneda, nacido en Tucumán, compró la Casa para el gobierno en 1874, con la recomendación de que se conservara el “antiguo salón de la jura de la Independencia”. La construcción estaba en muy mal estado, por eso, el gobierno decidió demoler el auténtico frente y “las habitaciones del ala derecha del primer patio”, dejando intacto el Salón de la Jura, separado de las nuevas oficinas del Juzgado y el Correo, que ocuparon el costado izquierdo y el frente.

El ingeniero Federico Stavelius dirigió los trabajos, dando a la casa un aspecto distinto al original, con un gran frontis -triángulo ubicado en la parte superior del frente de la casa-, a cuyos lados se presentaban dos leones acostados. Hacia 1880, el edificio se encontraba en muy mal estado, sólo se mantenía bien el frente, construido en 1874.

El techo del Salón de la Jura estaba por derrumbarse. En 1881, se logró que el Correo restaurase el histórico salón. En 1896, debido al mal estado de las habitaciones en las que funcionaban las oficinas del Correo y Juzgado, estos organismos se trasladaron a otro edificio, con lo que la Casa quedó totalmente abandonada.

En 1902, el domicilio de la independencia argentina, estaba aún peor. Doña Guillermina Leston de Guzmán -dama tucumana famosa por sus obras de beneficencia- solicitó al entonces Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, Emilio Civit, quien se encontraba de paso por Tucumán, que evitara la destrucción de la Casa.

Su solicitud fue escuchada, y el Presidente Julio A. Roca, aprobó el proyecto de construcción de un galpón que protegiera únicamente el Salón de la Jura, y se demoliera el resto de la propiedad. Este recinto fue inaugurado en septiembre de 1904.

En 1940 se aprobó un proyecto del Diputado Nacional por Tucumán, Ramón Paz Posse, para reconstruir íntegramente la Casa de la Independencia. El edificio había sido declarado Monumento Histórico Nacional en 1941. La mayor dificultad fue la falta de la documentación gráfica para encararla reconstrucción.

Poco tiempo después, se localizaron los planos utilizados en 1874, y fueron usados para las reformas realizadas por el Ingeniero Federico Stavelius. Se contaba, además, con las fotos tomadas por A. Paganelli, en 1869.

La tarea de la reconstrucción fue encomendada al arquitecto Mario J. Buschiazzo y en abril de 1942, se inició la demolición del recinto de protección. Buscchiazzo realizó excavaciones en busca de los antiguos cimientos y los encontró; consiguió elementos originales de los años 1700 cuando se realizó la construcción.

  • Se hallaron rejas, pilares y puertas de una casa colonial que se estaba demoliendo en ese entonces y, el resto de los materiales, los obtuvo de corralones, reduciendo de esta forma al mínimo las imitaciones modernas;

La puerta principal es una réplica que se diseñó de acuerdo a la foto de Paganelli; mientras que la puerta “original”, se conserva en el Museo de Luján. l Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación proyectó y llevó adelante obras de restauración de los techos de la Casa Histórica.

  • En 1986, abarcó tres salas y sectores de galerías y en 1993, se incluyó el resto de la Casa, mereciendo especial atención la restauración del techo del salón histórico, único sector de la Casa original;

La dirección técnica de la obra estuvo a cargo de los arquitectos Andrés Nicolini y Juan Carlos Marinzalda. Actualmente, funciona allí el Museo Casa de la Independencia Nacional.

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¿Cuándo se proclamó la independencia deArgentina?

Cómo fue la Declaración de la Independencia de Argentina – La independencia se proclamó el 9 de Julio de 1816, en el Congreso General Constituyente en San Miguel de Tucumán. En el Acta de la Independencia los representantes de las Provincias Unidas en Sud América se declaran independientes de España y de cualquier otra dominación extranjera.

¿Quién aboga por la declaración de la Independencia Argentina?

Inglaterra impulsa el libre comercio – El imperio inglés conquista los mercados consumidores de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Entre tanto, Inglaterra mantiene su alianza con España. Por esta razón, actúa en contra de Francia. Obviamente, su principal interés, es el libre comercio con las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Efectivamente, luego, de dos intentos fallidos de invasión a Buenos Aires, en 1806 y 1807, se define finalmente, por la conquista de los mercados consumidores para sus productos. Además, Inglaterra influye sobre Portugal.

Tampoco, pierde la oportunidad de aconsejar a los gobiernos porteños a través de su embajador en Río de Janeiro. Desde allí, aboga veladamente por la declaración de la independencia argentina. El historiador Felipe Pigna, cita al historiador portugués Caio Prado Junior.

  • Éste, explica como Inglaterra interviene en forma subyacente, en la invasión portuguesa de 1816 a la Banda Oriental;
  • El plan, según Prado, era controlar las colonias españolas, con una monarquía portuguesa títere;

(Mitos de la Historia Argentina, página 394).

¿Quiénes fueron los protagonistas de la Independencia Argentina?

Protagonistas de la Independencia de Argentina – Algunos de los protagonistas de la Independencia argentina fueron los siguientes:

  • Manuel Belgrano (1770-1820) : participó activamente en la Revolución de Mayo y en las guerras por la independencia y, entre 1814 y 1815 realizó gestiones diplomáticas en Europa para el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas.
  • Martín Miguel de Güemes (1785-1821) : político y militar. Fue gobernador de Salta y contuvo el avance de las tropas realistas desde el norte al mando de su ejército de gauchos.
  • Francisco Laprida (1786-1829) : político y abogado, presidió el Congreso de Tucumán que declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica.
  • Juan Martín de Pueyrredón (1777-1850) : fue nombrado Director Supremo por el Congreso de Tucumán. Desde ese cargo apoyó la campaña libertadora del general San Martín.
  • Bernardino Rivadavia (1780-1845) : participó junto a Manuel Belgrano y Manuel de Sarratea en misiones diplomáticas a Europa como representante de las Provincias Unidas.
  • Manuel de Sarratea (1774-1849) : participó de la Revolución de Mayo, fue miembro del Primer Triunvirato y viajó a Europa en misión diplomática junto con Belgrano y Rivadavia.
  • José de San Martín (1778-1850) : su plan para atacar el poder realista en Perú, que concretó mediante el Cruce de los Andes permitió consolidar la Independencia.
Bibliografía:
  • Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la nación argentina (1800-1846). Buenos Aires, Ariel. 1997.
  • Halperín Donghi, Tulio. De la Revolución de Independencia a la Confederación Rosista. Buenos Aires, Paidós. 1993.
  • Luna, Félix. Breve historia de los argentinos. Buenos Aires, Planeta. 1993.

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¿Cuándo se declara la independencia?

15/09/2016 DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA. El 9 de julio de 1816 se reúne el Congreso General Constituyente y declara la Independencia. Un voto unánime apoya la proposición formulada por el presidente Laprida. «¿Quiere el Congreso que las Provincias Unidas del Río de la Plata formen una sola nación libre e independiente de los reyes de España?». Donde Se Declaro La Independencia Argentina Hacía ya casi seis años (desde la Revolución del 25 de Mayo de 1810), que la Nación se autogobemaba, cuando el Congreso de Tucumán celebró, con fecha 24 de marzo de 1816, su primera sesión. Los gobiernos patrios, establecidos en Buenos Aires durante la caída del gobierno real en España y la invasión napoleónica, habían intentado, con diferente grado de éxito, extender su revolución en todo el virreinato y para ello, se había establecido una estructura legal para un gobierno independiente, pero la independencia aún no había sido declarada y en consecuencia, no se había dictado Constitución alguna.

Los diputados se ponen de pie, «llenos de santo amor por la justicia» — estampa con palabra cálida el redactor del acta inolvidable, — y contestan que sí por aclamación. Al retornar FERNANDO VII al trono español y proceder a la preparación de expediciones a fin de reconquistar su imperio en América y estando el Ejército de los Andes preparándose do en Mendoza para cruzar la cordillera y luchar en Chile contra las fuerzas realistas, como primer paso del proyecto continental de SAN MARTÍN para liberar a los pueblos de la América Hispana, muchos líderes, inclusive el propio San Martín, así como también MANUEL BELGRANO, creyeron que era esencial que dicha declaración se llevara a cabo inmediatamente a fin de clarificar la situación y de levantar el espíritu del pueblo; haciendo caso omiso de las objeciones de aquellos que consideraban que la misma era innecesaria, o bien que era un paso de carácter demasiado irrevocable en una situación tan crítica como la de entonces (véase Congreso de Tucumán para ampliar los antecedentes).

Era obvio entonces que la revolución iniciada en la semana de Mayo de 1810, atravesara a mediados de 1816 por una situación en extremo crítica. Las fuerzas patriotas habían sufrido serios contrastes en el Norte; los realistas seguían dominando en  Chile y desde allí constituían una gran amenaza.

Además, se anunciaba el arribo al Nuevo Mundo de una fuerte expedición realista, destinada a aplastar la insurgencia. Por otra parte, los caudillos en el interior, alzándose contra el gobierno central,  comprometían el esfuerzo revolucionario.

Aisladas, con serias divisiones entre ellas, las provincias del Río de la Plata habían cambiado de gobierno el 15 de abril de 1815, cuando una revolución  destituyó del mando supremo al general CARLOS MARÍA DE ALVEAR, a la vez que disolvió a la Asamblea del Año  XIII.

Esa revolución impuso al nuevo gobierno la obligación  de citar de inmediato a un Congreso General Constituyente, que debía declarar la Independencia y  dictar una Constitución. Pero la empresa no era fácil: Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y la Banda Oriental, influidas por el caudillo oriental JOSÉ GERVASIO ARTIGAS, hicieron «rancho aparte» y desconocieron al Congreso.

La situación militar tampoco era floreciente: en octubre y noviembre de 1815, los realistas vencieron en el Alto Perú a las tropas nacionales en las batallas de Vuelta y Media y en Sipe-Sipe. Cuando el Congreso inició sus sesiones el 2 de marzo de 1816, sus miembros estaban condicionados por los recientes desastres militares y la deserción de algunas provincias.

  1. La forma que debería tener el futuro Gobierno también era un problema de difícil solución;
  2. Algunos se inclinaban por la monarquía y otros preferían una república;
  3. Las dudas hicieron que la proclamación de la independencia se fuera postergando;

«¡Hasta cuando esperaremos para declarar nuestra independencia», se impacientaba el general SAN MARTIN en una carta a TOMÁS GODOY CRUZ, congresista por Mendoza, fechada el 12 de abril de 1816. «¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener pabellón y cocarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta para decidirlo? , se preguntaba San Martín.

  • Y concluía su carta a Godoy Cruz: «Animo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas»;
  • Y fue en tan graves circunstancias que los representantes del pueblo,  reunidos en el Congreso Constituyente de Tucumán,  para decidir los destinos de la naciente Nación, haciendo honor a la responsabilidad que se había depositado en ellos, el 9 de julio de 1816 resolvieron como otrora el valiente HERNÁN CORTÉS, “quemar las naves”;

En adelante no quedaba otra alternativa que triunfar o morir con gloria. Como primera providencia, el Congreso de Tucumán designa Director Supremo a JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, el dilecto amigo de San Martín, cuya valiente intervención y decisivo apoyo, le facilitó el cruce de los Andes y la liberación de Chile Por eso lo primero que hace el nuevo Director al recibir el mando, es manifestar su opinión de que el Congreso debe declarar la Independencia.

Belgrano insiste en el mismo sentido. San Martín escribe a sus amigos, induciéndolos a obrar sin demora. A uno que le dijera confi­dencialmente que declarar la Independencia «no es soplar y hacer botellas», el libertador le responde que en el momento era más fácil hacer la declaración de la Independencia que hallar un solo americano capaz de hacer una botella.

Ese día fue un día «claro y hermoso en San Miguel de Tucumán», según escribió el fray CAYETANO RODRÍGUEZ, diputado por Buenos Aires. Después de sesionar varias horas en la bella y espaciosa casa cedida por doña Francisca Bazán de Laguna, el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ejerciendo la Presidencia el doctor FRANCISCO NARCISO DE LAPRIDA y el doctor MARIANO BOEDO como vicepresidente, a moción del diputado por Jujuy TEODORO SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE, se dio prioridad al proyecto de “deliberación sobre libertad e independencia del país” y luego de «una larga sesión de nueve horas continuas desde las ocho de la mañana en que nos declaramos en sesión permanente» (escribe el doctor JOSÉ DARRAGUEIRA, uno de los congresales), el Congreso proclamó la independencia el 9 de julio de 1816.

Por primera vez una asamblea argentina llega a resolver las cuestiones para la que fuera convocada. Acállanse los resen­timientos políticos y el Congreso logra cumplir su alto destino. Los Congresales discuten en sesión privada durante la tarde del 8 de julio, y se comprometen solemnemente a tratar al día siguiente el magno problema.

Felizmente, el 9 de julio se reúne el Congreso, y un voto unánime apoya la proposición formulada por el presidente Laprida. «¿Quiere el Congreso que las Provincias Unidas del Río de la Plata formen una sola nación libre e independiente de los reyes de España?».

Los diputados se ponen de pie, «llenos de santo amor por la justicia» — estampa con palabra cálida el redactor del acta inolvidable, — y contestan que sí por aclamación. El Acta de la Independencia aprobada ese día en Tucumán dice : “En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel del Tucumán, a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre, el grande y augusto objeto de la independencia de los pueblos que la forman.

Era universal, constante y decidido el clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España; los representantes sin embargo, consagraron a tan arduo asunto, toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la muerte suya, pueblos representados y posteridad” “Nos, los representantes de las Provincias Unidas de Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside el Universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo, la justicia que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que la ligan a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli.

Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo del seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama.

Comuníquese a quienes corresponda para su publicación y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos inpulsivos de esta solemne declaración. Dada en la Sala de Sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios”.

  • Firmaron el Acta de la Independencia (con la excepción del Diputado por San Luís, JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN que estaba ausente), los representantes con los que el Congreso había iniciado sus sesiones el 24 de marzo de ese año y que fueron los siguientes Diputados: doctor Pedro MEDRANO ( 47 años), doctor Juan José PASO (56 años), doctor Antonio SÁENZ (36 años), José DARREGUEIRA (45 años), fray Cayetano José RODRÍGUEZ (55 años), por Buenos Aires; doctor Pedro Miguel ARÁOZ (57 años) y doctor José Ignacio de THAMES (54 años), por Tucumán; doctor Manuel Antonio ACEVEDO (46) y doctor José Eusebio COLOMBRES (38 años), por Catamarca; padre Ignacio de CASTRO BARROS (39 años), por la La Rioja; Tomás GODOY CRUZ (25 años) y doctor Juan Agustín MAZA (32 años),  por Mendoza; doctor Francisco Narciso de LAPRIDA (30 años) y fray Justo Santa María de ORO (44 años),  por San Juan; Mariano SÁNCHEZ DE LORIA (42 años), José Mariano SERRANO (28 años) y José Severo Feliciano MALABIA  por Charcas; doctor José Andrés PACHECO DE MELO (37 años), por Chichas; Eduardo PÉREZ BULNES (31 años),  Luís Jerónimo SALGUERO de CABRERA (42 años) y José Antonio CABRERA (48 años),  por Córdoba y doctor Pedro Ignacio de RIVERA (63 años) por Mizque) a los que se deben agregar los siguientes representantes que se incorporaron luego del 24 de marzo: Esteban Agustín GASCÓN (52 años) y  Tomás Manuel de ANCHORENA (33 años), por Buenos Aires; Mariano BOEDO (44 AÑOS) y doctor Juan Ignacio de GORRITI (46 años), por Salta; Pedro Francisco URIARTE (58 años)  y Pedro León GALLO  34 años), por Santiago del Estero; José Antonio CABRERA, por Córdoba; doctor Teodoro SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE (38 años), por Jujuy;

Aunque era Diputados no firmaron el Acta de la Independencia Felipe Antonio de IRIARTE, diputado por Charcas, que se incorporó al Congreso recién el 6 de setiembre y Miguel Calixto del CORRO (Córdoba), porque fue enviado en misión oficial ante el caudillo oriental JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS La Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue un acto de valor civil que honra al Congreso General Constituyente.

Una decisión de esa índole en el mismo día de la deposición y reemplazo del virrey español, BALTASAR HIDALGO DE CISNEROS, el 25 de Mayo de 1810, habría sido temeraria, pero, sin embargo, de fácil adopción, por el entusiasmo y la inexperiencia de un pueblo que da su primer grito de libertad y hace la primera afirmación de su soberanía.

«Las circunstancias en que se hizo esa declaración, opina el historiador JOSÉ LUIS BUSANICHE, cuando toda la América española había sido reconquistada por los ejércitos de Fernando VII, hace de este glorioso episodio de la Revolución del Río de la Plata, motivo de orgullo para los argentinos».

El 21 de julio, momentos antes de la ceremonia final de toma de juramento, el diputado MEDRANO propuso que en el artículo donde se afirmaba la independencia de Fernando VII, de sus sucesores y de la madre patria, se debería agregar una cláusula que rezara «y de cualquier otra dominación extranjera» a fin de desacreditar los rumores sobre el hecho de que el Congreso miraba con agrado el establecimiento de un príncipe Braganza o de que estaba involucrado de alguna manera, en la amenazante invasión portuguesa; el Congreso accedió a la modificación.

Fue así que ese 21 de julio, finalmente la Declaración de nuestra Independencia fue aprobada y jurada. Las autoridades y funcionarios, en medio de vítores prometieron  sostener el juramento «hasta con la vida, haberes y fama». Luego, en posteriores sesiones, el diputado ESTEBAN AGUSTÍN GAZCÓN, que representaba a Oruro, solicitó que la Asamblea definiera los colores de la bandera nacional, que fueron celeste blanco, como la había creado Belgrano y el 25 de julio, el Congreso decretó: que «….

  1. será peculiar distintivo de las Provincias Unidas la bandera celeste y blanca de que se ha usado hasta el presente, y se usará en los Ejércitos, Buques y Fortalezas»;
  2. Tres meses después de la proclamación de la Independencia, MANUEL BELGRANO lamentaba que todavía no se hubiese consagrado una Constitución;

En una carta dirigida a BERNARDINO RIVADAVIA, lamentaba: «Se han contentado con declarar la Independencia y lo principal ha quedado aún en el aire; de lo que, para mí entender, resulta en lo principal el desorden en que estamos. Porque  país que tiene un Gobierno, sea cual fuere, sin Constitución, jamás podrá dirigirse sino por la arbitrariedad”.

Y ASÍ LO VIERON: La sesión del 9 de julio (Carlos Ibarguren). “Tres días después de aquel en que Belgrano expuso en sesión secreta su pintoresco proyecto de monarquía incaica, el 9 de julio de 1816 se reunió el Congreso a las ocho de la mañana para tratar la declaración solemne de la independencia, en una sesión pública, que duró nueve horas consecutivas.

Con profunda alegría y optimismo el doctor DARREGUEIRA comunicaba esa misma noche al general Guido: «Hemos salido del Congreso cerca de oraciones con la satisfacción de haberlo concluido y resuelto -a unanimidad de votos, “nemine discrepante”, en favor de la suspirada independencia que se ha celebrado aquí como no es creíble; pues la barra, todo el gran patio y la calle del Congreso han estado desde el mediodía lleno de gente, oyendo los que podían los debates, que sin presunción puedo asegurar a usted que han estado de lo mejor».

Así, desde la modesta casa de Tucumán, en una de las horas más tormentosas de la revolución emancipadora, se proclamó a la faz del mundo, como un valiente desafío, la independencia de esta nueva nación.

Y con el acento del que está bajo la influencia de un ensueño irrealizable, el Redactor del Congreso escribió ese día glorioso para nosotros: «¿Conque es verdad que somos libres? ¡Ah! qué cosa pudo sobrevenirnos más interesante y lisonjera. Si tiempo atrás algún sabio preciado de político hubiera anunciado posible este raro acontecimiento, habría sido escuchado como un fabulista aventurero o un soñador antojadizo… ¡Unión, americanos; no perdamos por nuestras discordias esta preciosa joya que nos vino de lo Alto!» El Congreso de Tucumán.

(Bartolomé Mitre) “Elegido en medio de la indiferencia pública, federal por su composición y tendencia y unitaria por la fuerza de las cosas. Revolucionario por su origen y reaccionario en sus ideas. Dominando moralmente una situación, sin ser bendecido por los pueblos que representaba.

Creando y ejerciendo directamente el poder ejecutivo, sin haber dictado una sola ley positiva en el curso de su existencia. Proclamando la monarquía cuando fundaba la república. Trabajando interiormente por las divisiones locales, siendo el único vinculo de la unidad nacional.

Combatido por la anarquía, marchando al acaso, cediendo a veces a las exigencias descentralizadoras de las provincias y constituyendo instintivamente un poderoso  centralísmo, este célebre Congreso salvó, sin embargo la revolución y tuvo la gloria de poner el sello a la Independencia de la patria”.

Tras las deliberaciones, no hubo más discusiones. El diputado por Buenos Aires y Secretario del Congreso, JUAN JOSÉ PASO, leyó la proposición que debía votarse y preguntó a los Diputados “si querían que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” y un fervoroso asentimiento fue la respuesta unánime.

Consta en el acta respectiva redactada por el Secretario JOSÉ MARÍA SERRANO, que “los Diputados aclamaron primero llenos de santo orden de la justicia y jubiloso ardor y luego, y uno a uno, reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país.

Una declaración que marcó un destino (Hebe Clementi). La independencia no es soplar y hacer botellas dirá el general San Martín. Para Julio de 1816 ha comenzado con el vigor de lo auténtico, lo que llamaremos “la era criolla”. Lograr la organización del pais aparece como preocupación fundante frente a la presión extranjera, que se va consolidando luego de la derrota de Napoleón en Waterloo.

Aunque los límites de ese espacio siguieran cuestionándose a lo largo del tiempo, las dificultades de vencer ejércitos bien pertrechados, por un lado, y los problemas sociales que en el fondo eran también étnicos, por el otro, necesitaban al menos el documento en donde la voluntad de unión fuera símbolo y bandera.

El ascenso de los grupos criollos era un hecho, y hoy, en la interpretación corriente de nuestro ayer, la noción de caudillismo, de la decisión de los pueblos, de las deliberaciones cruzadas, de liderazgos étnicos aceptados y resistidos, vivifican esos años dramáticos con una savia fuerte de sangre y lucha, de la que irá surgiendo sin apuro nuestra convivencia.

La fuerza constitutiva de esos elementos es hoy indiscutida, y añade vigor y sentido a lo que antes se escapaba tras circuitos expresos de pactos y acuerdos firmados. Haber logrado en la Casa de Tucumán,   con sus panzudas columnas y su imagen ya simbólica de la argentinidad confirmada, la firma del Acta de la Independencia, por las cuales las provincias se comprometían al acuerdo, fue un logro que costó infinitas posturas, conversaciones, transacciones.

San Martín, lo sabemos  estaba detrás de ello y le parecía tan importante como cuidar de las tropas que en El Plumerillo mendocino, se preparaban al cruce de los Andes. El significado profundo de la declaración, que tendrá ausencias que no pudieron cubrirse, como la de Artigas, lleva en la presencia de lugares que hoy nuestra conciencia histórica olvida,  como integrantes de la voluntad de ser libres, el sello de su validez como emprendimiento.

” El hombre es ante todo, una voluntad libre” , dirá a fines de siglo Alejandro Korn, y ésa era la opción para seguir adelante con el Cabildo de Mayo. Los rituales públicos acompañaron hasta hace poco tiempo las fiestas julias, pero la historia no es rito, ni tampoco papeles y memorias pegoteadas, sino vividas, reconstruidas, para volver a dotarlas del sentido que animó nuestro desenvolvimiento.

Otorguémosle entonces este minuto de reparación y memoria, porque está en el pedestal de nuestra identidad de argentinos. La reproducción del texto de la declaración quizá sea obvia ahora. Pero no lo es en cambio la aclaración de quienes la firmaron”. Conceptos extraídos de un artículo de Jesús A.

Cornejo, publicado en el diario “La Nación”. “La Declaración  de la Independencia Argentina encuentra a historiadores y a académicos en un proceso de revisión de conceptos fundamentales que regían en ese tiem­po, como pueblo, nación, Estado y ciudadano.

Los investigadores del Instituto de Historia Argentina y Americana de la Universidad de Buenos Aires (UBA) confirmaron en trabajos recientes que durante la época de la Independencia, Estado fue sinónimo de Nación y la democracia no era considerada aún un modelo efectivo.

  1. Descubrieron, además, que el concepto de vecino, era utilizado como sinónimo de ciudadano activo, que participaba en los debates que se realizaban en los Cabildos abiertos, con tres exigencias bien definidas: el término “vecino” fue utilizado en su origen para denominar a los ciudadanos que tenían propiedades, una casa en la ciudad y eran jefes de familia;

Los vecinos eran el equivalente al ciudadano de Atenas», dijo José Carlos Chiaramonte, Director del Instituto, al explicar hacia dónde se dirigen hoy las investigaciones académicas de la etapa naciente de la vida nacional”. “En la Argentina de 1816, explicó, las categorías sociales no eran muy diferentes a las que regían en la Antigua Grecia.

En esos años, aún había esclavos en Buenos Aires y los chicos y las mujeres no contaban con los mismos derechos que los hombres. Solo los hombres mayores de 25 años podían votar y para eso tenían que tener propiedades.

El término ar­gentino en un principio fue resistido por el interior porque era sinónimo de porteño, explicó Chiaramonte, aunque hoy, esa percepción se cree superada”. “Términos como pueblo, que hoy representa a un conjunto de individuos iguales ante la ley, tenía un significado más elitista y sólo incluía a los vecinos.

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